sábado, 5 de febrero de 2011

Yendo de la cama al living.

Odio mi criterio
porque no me tomo tan en serio,
las cosas del cementerio
porque no soporto alcobas plastificadas,
ni soporto
que la gente soporte lo insoportable,
aunque yo me soporte a mí mismo
algunas veces.
Odio porque nadie escucha, todos oyen
y nadie siente una gota de vida en su cuerpo.
Porque enlata y desayuna
sin licencia para ello,
al alba y al rayo,
y el Sol, por tanto, es un producto
Imaginario.

Imaginarios aquellos que viven, que lloran,
que caminan.
Los come sin tregua
y los devuelve a sus casas
más tarde
Derruidos.

Del ruido nace la calma
al desprecintar el alba.
Y comprar la diversidad
no es un juego de sabios,
ellos escriben praderas intermitentes
y regalan sus pupilas
ajustadas por despecho
a la desidia.
Nunca ven más acá de sus narices,
los que tienen tiempo de cortar el aire,
ni siquiera es preocupante el alimento
porque la cárcel,
no es lugar para esos juegos.

El hombre, en su mediocridad,
excava dunas,
pero sólo el que sepa ser humano
encontrará Las Raíces.

Un centro nunca ha estado tan viciado
como hoy,
centrifuga y bosqueja.

Y sólo deja dunas.

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