Las colinas soñolientas
cuchichean sobre el sol:
que no las deja dormir,
que juega al escondite
con la luna.
Y el tren me mece hasta morir
de frío, ¿merece mi mundo
a un perro como yo ?
En lo alto del cerro viviré,
comeré casas vacías y la vida
no me encontrará por ningún lado.
Yo tampoco la encuentro,
en Abril se me perdió
dijo desde dentro adiós,
y ahora vivo en la buhardilla.
Con las moscas y los perros
hablandome por el día.
Con un susurro vacío
que me acecha por detrás.
En las noches de desvelo y cajetilla.
La locura se me abraza,
y con sus brazos me enlaza
y yo no puedo dormir.
sábado, 16 de abril de 2011
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